domingo, 27 de abril de 2008

Subiendo la cuesta.

Se me ha hecho largo, interminable... desagradable.

Me fui por un mes y el día de ayer se cumplieron dos meses desde mi último post... En realidad sigo en pausa pero ahora que he podido no quería dejar pasar más tiempo sin agradecer a todos quienes me han seguido visitando, a quienes han tenido la infinita paciencia de esperar por mi y quienes han tenido la muy valorada gentileza de dejarme comentarios y saludos en ese, ya añejo, post del 26 de febrero.

No se imaginan el bien que me han hecho dejándome esas palabras de afecto.

Caminar por el mundo no es fácil en absoluto, en especial cuando uno debe caminar sobre huevos y procurar no romper ninguno; es inevitable... siempre alguno se rompe. Vivir sin lastimar a nadie es virtualmente imposible, por mucho empeño que se ponga en lo contrario y el amor no basta para hacer nuestras pisadas más leves.

Era mi intención revisar el pasado, aprender alguna lección crucial que se me hubiese pasado en el despiste de lo cotidiano, comprender por qué aquellos pasos que tan claramente parecían marcados cuando recorrí aquellos caminos aparecen hoy borrosos y tortuosos... y algo he comprendido, no fue desperdicio el “paseo”.

La lista de “pendientes” ha engordado una barbaridad; los sueños dejaron de ser sueños para convertirse en metas; sigo sin empleo pero con mucho trabajo por delante... (quítate Hércules, que esto es pa’machos); resuena la palabrita cada “tres por cuatro”: Aguanta, “hang in there” dicen los gringos... “agárrate” o “cuélgate de ahí” podría ser la traducción y menudo clavo ardiendo del que tenemos que colgarnos... pero no hay otra, ese clavito es el principio del nuevo camino, del futuro; “hang in there”.

Mi mayor preocupación, (que también es mi mayor alegría), está como un toro, grande, robusto e indetenible... casi incontrolable, toda la energía que durante dos años estuvo retenida ha hecho explosión y se ha desplegado a gusto una personalidad expansiva y atrevida, sin límites conocidos, como debe ser.

Pero... y esta es la principal razón de haber prolongado mi silencio; unas son de cal y otras son de arena; mi padre falleció el 03 del mes pasado, sin aviso y sin protesto, estando yo tan lejos, en esa isla que parece estar tan cerca pero de la que es tan difícil salir... Gracias Jorge, mi pana, por haber sido el pilar y la mano amorosa donde mamá pudo sostenerse.

Falta poco y a la vez falta mucho, ¿quien puede saberlo?, mamá, en su dolor, me ha dado dos lecciones únicas para cualquiera: el valor irrepetible del verdadero amor, “me han arrancado la mitad de mi vida” me dijo cuando me vio llegar y en sus ojos vi que lo que habían arrancado era la mitad de su ser, de ese amor hay muy poco en nuestras vidas pero si lo hay y hay que valorarlo y cuidarlo. La otra lección me la dio con su capacidad de superar el dolor más intenso, la agonía y el miedo, la inevitable debilidad que se asienta en el alma tras semejante pérdida... apretar los dientes y seguir adelante; llorar pero no cejar, no rendirse ni abandonarse... jamás.

En fin que hasta aquí llego hoy, agradezco en el alma los premios y distinciones que aún aguardan mi atención; en cuanto tenga mejor disposición y un poco más de tiempo daré cumplida cuenta de ellos; quedo pendiente de volver a enfocar la mirada, o al menos un ojo, en la realidad que nos rodea, ya voy, parafraseando miserablemente la canción de Serrat, “subiendo la cuesta”.

Un abrazo a todos; un beso a todas.
Saludos.

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