martes, 27 de marzo de 2007
Dos visiones...
He estado revisando en la biblioteca y entre muchos otros he encontrado estos dos libros en los que los autores utilizan "El dorado" como sinónimo de paraíso, como concepto ancla asociado a la maravillosa riqueza (no necesariamente en oro) que se esconde en la región amazónica venezolana y brasileña.
Por un lado, en su libro "La Pérdida del Dorado" Naipul, (que es un escritor que me encanta, mucho más en este tipo de libros que en sus novelas), apunta más bien hacia una visión histórico-romántica del asunto.
Desde la perspectiva de su propia naturaleza y origen: trinitario descendiente de inmigrantes de la India, plantea un relación histórica teñida de reflexión sobre la inevitable conexión entre la isla de Trinidad y el hipotético Reino de El Dorado que frente a las costas de su tierra natal se escondía en la espesura de las selvas de Venezuela y nos hace una detallada exposición de todos los cambios, movimientos y sucesos históricos que marcaron la existencia y desarrollo de Trinidad como cabeza de puente, (frente a la desembocadura del río Orinoco), y su importancia como punto de partida estratégico para cualquier "emprendimiento" orientado a la búsqueda del maravilloso reino del oro.
Bajo la guia de Naipul nos enteramos de los "cambios de manos" de Trinidad, de los españoles a los ingleses, de los intentos de los españoles por recuperarla, de las calamidades de los colonos (de uno y otro bando) durante todo este inestable período, de las escaramuzas por el control de la isla entre los mismos colonos, de las relaciones que se establecieron con los primeros revolucionarios independentistas de Venezuela y de la loca e increíble aventura de Raleigh en su fantasiosa convicción de poseer el secreto del mítico reino y su desesperada necesidad de encontrarlo... pues si no lo encontraba debía volver a Inglaterra para ser ejecutado...
Es un libro que a pesar de la sencillez con que está escrito no puede, de ninguna manera, calificarse de ingenuo pues página a página va quedando en evidencia la acuciosa investigación histórica realizada por el autor.
Por su parte, Tierney, asume una posición de denuncia, en verdad muy seria y contundente, asociando el concepto de "El Dorado" a una perspectiva contemporánea y desde un punto de vista crítico, también muy bien documentado. Presenta una relación detallada de las terribles consecuencias que para las tribus indígenas, particularmente de la etnia Yanomami, ha significado la irresponsable manipulación y dudosos propósitos de los "supuestos" estudios antropológicos llevados adelante por Chagnon y sus asociados y seguidores y del empeño de este de hacerse de una especie de "franquicia" en exclusividad de los estudios sobre esta etnia.
Partiendo de la base de la falaz presentación de los Yanomami que hizo Chagnon, mostrándolos al mundo como una tribu "feroz" y de los subsiguientes "estudios" y filmaciones en los que se manipularon con gravísimas consecuencias las interacciones de investigadores con miembros de estas tribus, nos presenta un panorama actual debidamente estructurado y sustentado con pruebas fehacientes de las terribles consecuencias de la investigación antropológica irresponsable, de la corrupción, y de la destrucción y el fin, no solo del medio ambiente, sino de la existencia misma de culturas que no tienen defensa alguna ante la intromisión del "hombre moderno" en sus espacios y sus vidas.
Ninguno de los dos libros es una novedad, pero no por ello dejan de darnos información vigente y relevante; ambos nos presentan el sugerente concepto de El Dorado bien como un sueño que motorizó la historia de la conquista de todo un continente o bien como un paraíso real perdido por la estupidez y la ambición humanas...
A veces, por estar a la caza de novedades o por pretender ceñirnos a determinados géneros de lectura dejamos de lado libros como estos que pueden abrirnos ventanas hacia ideas, eventos y realidades en los que ciertamente no ahondamos en nuestra vida cotidiana. Ambos libros, en mi humilde opinión, merecen lecturas y re-lecturas calmosas pues nos proveen de una cantidad importante de información que, en verdad, no tienen desperdicio alguno.
Saludos.
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