domingo, 8 de abril de 2007

De Rómulo Gallegos.


El pasado 5 de Abril se cumplieron 38 años del fallecimiento de Rómulo Gallegos, probablemente la más importante pluma de la literatura venezolana, un hombre de su tiempo, que además de su destacada altura como escritor supo hacerse presente como pedagogo y como político.

Es probable, a pesar de todo, que a muchos venezolanos se les haya pasado por alto la fecha y tal vez si no hubiese sido reseñada por la prensa y otros medios de comunicación muchos no habrían caído en cuenta del aniversario y habrían consumido su tiempo en el jolgorio en que se ha convertido la semana mayor en alguna playa de la vasta costa venezolana sin dedicarle si quiera un pensamiento y sin aprovechar tímidamente el detalle de mencionar el dato histórico en medio del bullicio, la arena y el tremendo ruido de 29 “reagetones” sonando al mismo tiempo en 10 metros cuadrados de arena...

No se habrán dado cuenta que en casi toda la obra escrita de Rómulo Gallegos también se habla de ellos pues el tema recurrente en sus escritos fue la lucha entre la civilización y la barbarie. Habiendo escrito la mayor parte de su obra a comienzos del siglo XX siempre situó esta lucha en lugares remotos de nuestra geografía nacional, en los que esta dicotomía resultara no solo mas natural sino mas radical.

Esto es evidente en sus obras mas insignes: “Doña Bárbara”, “Cantaclaro” y “Canaima”, todas escritas antes del golpe de estado que le obligó a exiliarse en 1948 y en las que el hilo conductor de la trama es el contraste entre lo civilizado, encarnado siempre por el personaje de la ciudad, con estudios, con herramientas intelectuales, morales y filosóficas que le permiten percibir un mundo ordenado, o al menos ordenable, claro y manejable, la semilla del desarrollo en la voluntad inquebrantable del personaje de llevar la civilización y sus ideas de progreso a estas zonas agrestes y poco desarrolladas en contrapartida a los personajes representantes de la barbarie, que utilizando sus herramientas “naturales” de violencia, ignorancia, superstición presentan una barrera a menudo, en apariencia infranqueable a las intenciones de la civilización tal como la pensaba Gallegos; vinculados ambos aspectos opuestos a través de emociones humanas compartidas como la ambición, el amor, los celos, el honor...

La historia reciente de Venezuela está unida a la figura de Rómulo Gallegos que, como muchos de sus contemporáneos, supo desentrañar verdades políticas y sociales y plasmarlas no solo en sus escritos sino también en sus actos, por esta razón es que, por ejemplo, se exilió voluntariamente para eludir el ofrecimiento del cargo de senador que le hizo Juan Vicente Gómez, temible dictador venezolano de comienzos del siglo XX, que representaba milimétricamente todo lo que de barbarie podía conceptualizar Gallegos, por esa razón también, unos años mas tarde, unió su pluma, su figura y su voluntad a la actividad política militante siendo uno de los fundadores del partido Acción Democrática en el momento en que dicho partido representaba la esperanza de muchos venezolanos para salir definitivamente de la barbarie de las dictaduras y las montoneras y entrar de una vez en la corriente de los gobiernos democráticos y la paz social.

Fue en esta época en que participó activamente en la política, como figura querida y respetada por el pueblo venezolano, que alcanzó la presidencia de la república en las elecciones que se realizaron en 1948. Su presidencia duró apenas unos meses pues fue derrocado por el movimiento que encabezaron Delgado Chalbaud y Marcos Pérez Jiménez, quienes eventualmente serían, asesinado el primero y autoproclamado presidente (dictador) el segundo. Fue el inicio del segundo exilio de Rómulo Gallegos, que terminó en el año de 1958 tras la caída y fin de la dictadura de Pérez Jiménez.

Regresó a Venezuela ya sin mayores ambiciones políticas, comprendiendo que el momento había pasado; a su retorno le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura, en mi opinión magra compensación y reconocimiento por sus esfuerzos y trabajos no solo en lo literario sino también en lo político y lo social.

Falleció en el año de 1969, dejando tras de si para disfrute e iluminación de generación tras generación de lectores una vasta e importante obra en la que, además de las tres ya mencionadas, hay que destacar: “La trepadora”, “Pobre negro”, “Reinaldo Solar”, “Sobre la misma tierra” o su ensayo “Una posición en la vida”, entre otras novelas y gran cantidad de cuentos y relatos cortos. Al momento de su fallecimiento dejo sin editar su novela “Brasa en el pico del cuervo”.

Toda o casi toda la obra de Gallegos puede obtenerse hoy gratuitamente a través de Internet, hay cientos de sitios desde los que se pueden descargar gratis sus libros (y los de muchos otros autores) en diversos formatos, por lo que su lectura esta al alcance de cualquiera, a un par de “clics” apenas que es el esfuerzo mas pequeño que se puede realizar para obtener una gran recompensa. En este blog hay una lista de vínculos hacia mas de una veintena de sitios desde donde cualquiera interesado puede realizar estas descargas gratuitamente.

Mucho se tardó en Venezuela en apreciar la verdadera dimensión de este gran humanista a pesar que aun antes de su fallecimiento se creó el Premio Internacional de Novela que lleva su nombre. Al momento de su fallecimiento yo tenía apenas 3 años de vida pero recuerdo que ya entrada la década de los 70 mi padre nos llevaba, cuando se podía, a comer en un restaurante que se había establecido en la que fue la casa de Rómulo Gallegos, en la caraqueña urbanización de Altamira, casa que posteriormente fue recuperada y donde, con el tiempo, se instaló y aun funciona el CELARG (Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos).

Volviendo atrás, para cerrar el círculo, decía que muchas de las personas que durante esta Semana Santa pasaron por alto la fecha aniversaria del fallecimiento de Gallegos debían entender que en cierta forma en su obra también se habla de ellos; y lo digo no por sostener una posición ortodoxa e intransigente, no porque uno deba vivir anclado a un pasado, descrito magistralmente en las páginas de sus libros, o al pendiente de los hombres y figuras que modelaron nuestro presente con sus acciones y trabajos en el pasado; lo digo porque aun queda mucha barbarie que conquistar, mucha violencia y mucha superstición y fantasía que vencer.

En los llanos venezolanos, y seguramente en muchos lugares de Latinoamérica, en las playas repletas de gente estos días, en las calles, ciudades y pueblos de toda nuestra geografía continental, en todas las clases sociales, grupos económicos y castas políticas podemos ver, sin mayor esfuerzo, el retrato vivo de muchos de los personajes arquetípicos con que llenó su obra Rómulo Gallegos y que retrataban la barbarie a vencer y creo que no es necesario asomarse a las orillas del Orinoco y mirar esas enormes piedras negras en medio de la feroz corriente para, igual que Santos Luzardo desde las páginas de Canaima, gritar al mundo: ¡¿Quién dijo miedo?!... porque verdaderamente... ¿quién dijo miedo?


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