lunes, 30 de julio de 2007

“1984” de Orwell... ¿Más cercano que nunca?

Hace unos días le dejaba en su blog "Antimemorias", al periodista venezolano Manuel Malaver, un comentario desestimando su exposición sobre la posibilidad de un escenario bélico entre Venezuela y Colombia. En su exposición, el Sr. Malaver se paseaba por los argumentos que se tocan en el siguiente texto que he copiado literalmente de la página de “Noticias 24”.

Parte de mi argumento, en el comentario que dejé, era la baja profesionalización (forzada y consciente) del ejército venezolano, (cosa que contrasta hasta cierto punto con la exagerada compra de armas y equipos de avanzada tecnología en Rusia y Bielorrusia... ¿Para ser utilizados por cubanos conocedores de las tecnologías bélicas de la ex Unión Soviética?), como una forma de refuerzo del proyecto de milicia popular (preparados y promovidos para una “guerra asimétrica” de resistencia más no de ataque) y que desde ese punto de vista era poco probable que dicha fuerza popular de “gorditos y viejitas” (como he leído por ahí), estuviese en condiciones de plantearse seriamente un ataque directo a Colombia con “cualquier excusa” o de “patrocinar” y apoyar la supuesta intervención por la fuerza de Nicaragua en torno a sus pretensiones territoriales sobre la Isla de San Andrés...

El informe del Sr. Otálvora plantea la situación desde una perspectiva que permite asumir el pronóstico como una campanada de advertencia cuyos ecos parecen prefigurar nuestra propia “Guerra de las Malvinas”, tropicalizada y ampliada...

Este informe, publicado en dos partes, originalmente en el diario “El Nuevo País” y reseñado en estos días en “Noticias 24”, toca los argumentos del Sr. Malaver con un poco más de profundidad y me parece lo suficientemente razonado y amplio como para exponerlo aquí al criterio de todos ustedes; a continuación:

El Informe de Edgar C. Otálvora. El Nuevo País

Los militares colombianos están en alerta ante Hugo Chávez.

Los rutinarios movimientos de aproximación y repulsa entre los gobiernos de Chávez y Álvaro Uribe provocan alguna ilusión entre el público. Los empresarios colombianos y comerciantes venezolanos se muestran especialmente agradecidos del clima de distensión, ya que les permite incrementar notoriamente las cifras de productos colombianos que llegan a los supermercados de este lado de la frontera.

Hipótesis de confrontación

Pero las relaciones entre ambos países están asentadas sobre dos explosivas hipótesis bélicas. Los militares de Chávez piensan que “el imperio” atacará a Venezuela usando a Colombia de intermediario. En ello coinciden los generales Alberto Müller Rojas y Raúl Baduel y, seguramente, el nuevo ministro de Defensa, general Rangel Briceño.

Por su parte, los militares colombianos evalúan que Chávez podría utilizar un ataque a Colombia para cohesionar a su alrededor a la población en algún momento de desespero político. Se trata de la llamada “hipótesis Malvinas” dada su similitud con la acción de los militares argentinos, pero esta vez orientada hacia una acción en la Guajira colombiana. Ya Chávez organizó hace varios años un ejercicio de todos los componentes militares desembarcando en la Guajira.

Bogotá ve que los únicos países andinos que no han caído bajo el influjo de Chávez son Colombia y Perú. La guerra no sería necesariamente con tanques y helicópteros. La diplomacia paralela bolivariana, respaldando grupos afines en el interior de los países del vecindario, es vista como una amenaza a la seguridad colombiana. Por ello agentes de inteligencia militar de Colombia mantienen seguimiento a actores políticos de ese país que se han convertido en piezas políticas del proyecto de Chávez. Meses atrás quedó en evidencia la operación de espionaje a la exesposa del senador izquierdista Gustavo Petro, la militante Mary Luz Herrán, reconocida operadora del chavismo en Colombia. Incluso, fuentes militares colombianas han asomado que se habrían detectado reuniones de “chavistas colombianos” con militares activos de ese país.

Creciente desconfianza

Álvaro Uribe, para quien la guerra contra la guerrilla es la razón de ser de su mandato, no ha dudado en aproximarse a Chávez e incluso alcanzar acuerdos de cooperación en materia de seguridad que le permitieran temporalmente debilitar a la guerrilla.

Pese a ello, la histórica presencia de la guerrilla colombiana en zonas de la frontera común, la no siempre clara posición del chavismo ante esas organizaciones guerrilleras que además participan en los grupos continentales que apoyan el proyecto bolivariano y, el actual cambio en los conceptos doctrinales en las fuerzas militares venezolanas, hacen que en la cúpula castrense colombiana se observe y se actúe con creciente desconfianza ante sus pares venezolanos. Es cuesta arriba esperar que un general colombiano pueda asumir como aliado a un general venezolano que salude al grito de “patria, socialismo o muerte”.

Fuentes colombianas aseguran que a nivel del Comando General de las Fuerzas Militares y probablemente también en el propio Ministerio de la Defensa de Colombia han sido creadas, en fecha reciente, oficinas especializadas en hacerle diario seguimiento a Venezuela, a las acciones hacia y dentro de Colombia por parte del gobierno de Chávez. El peligro “Venezuela” ha sido elevado a la condición de un asunto que no puede ser tratado en los niveles burocráticos usuales.

Conflicto para rato.

Ya en el año 2002, el interés de los oficiales colombianos sobre Chávez se comenzaba a dejar sentir. Un estudio hecho en aquella fecha a las tesis de grado de la Escuela Superior de Guerra, indicaba que un creciente número de cursantes escogieron como temas diversos aspectos del gobierno de Chávez. Desde el año 1987 (Crisis de la Corbeta Caldas) ninguna tesis había estado dedicada a un tema venezolano y de pronto, los candidatos a coroneles y generales en Colombia comenzaron a estudiar a fondo al vecino oriental. Los autores de estas tesis académicas de cinco años atrás, son los oficiales que comienzan ahora a ocupar cargos de conducción estratégica militar en Colombia.

La presencia frente al Ministerio de Defensa de Juan Manuel Santos habría tenido un efecto reforzador de las decisiones que Colombia toma en previsión de un conflicto abierto con Venezuela. Santos, quien antes de asumir el ministerio expresó sistemáticas críticas contra el creciente armamentismo venezolano, se ha convertido en usual blanco de ataques del gobierno de Chávez. Pese a ello, Uribe lo mantiene en el cargo. Santos muestra altos niveles de aprobación en la opinión pública de su país y es, desde ya, uno de los potenciales candidatos a reemplazar a Uribe en el 2010.

Los militares colombianos comienza a sentir una estrategia de cerco sobre el país, y Chávez es el elemento común en cada caso.

Históricamente los planificadores bélicos colombianos han manejado en sus ejercicios teóricos tres hipótesis de conflicto. Uno de ellos es de la guerra interna que confronta. Los otros dos se refieren a la disputa con Nicaragua sobre el Archipiélago de San Andrés (situado en pleno Mar Caribe occidental) y una disputa con Venezuela ya sea en razones de los límites en el Golfo de Venezuela o sobre diversos temas pendientes entre ambos países. En todo caso, la posibilidad de que los dos conflictos externos se mezclaran parecía una probabilidad muy remota.

El quemante Golfo de Venezuela

El gobierno Chávez ha tratado el tema de la delimitación en el Golfo de Venezuela con guantes de seda. Mantiene el esquema creado por Carlos Andrés Pérez en 1990, de una comisión negociadora con Colombia sobre cuyos avances en los últimos ocho años el público no sabe nada.

Cuando Pdvsa decidió en el 2004 entregar concesiones petroleras y gasíferas alrededor de la Península de Paraguaná y en las proximidades de La Guajira, incluyó parte del área en disputa con Colombia como parte del área a adjudicar en el Golfo. Bogotá activó su aparato diplomático, exigiendo a Caracas que se retirara este lote de la oferta internacional. Chávez accedió con lo cual el tema quedó resuelto inmediatamente, obteniendo Colombia una nueva confirmación sobre su titularidad en una franja costera frente a La Guajira. Este episodio daba que pensar que al igual que en el caso guyanés, Chávez no estaría en disposición de abrir una acción militar contra Colombia por razones territoriales. Pero, tal como se comentaba en la primera parte de este Informe publicado ayer, la “hipótesis Venezuela” en los escritorios del alto mando colombiano se ha convertido en la principal posibilidad de un enfrentamiento.

Tenazas sobre Colombia

Cuando Chávez pintó -a finales del 2004- el mapa estratégico de su revolución, colocó a Colombia y demás países del Pacífico suramericano como parte de un eje controlado por EEUU. Los triunfos electorales en Bolivia y Ecuador de dos hombre promovidos por el Eje La Habana-Caracas (Evo Morales y Rafael Correa) dejaron a Chile, Perú y Colombia como las barajas ausentes en la mano de Chávez.

Los aliados de Chávez han comenzado una sistemática ofensiva contra Colombia, que en el plano internacional y especialmente en Washington, tiene consecuencias negativas contra el gobierno de Uribe.

Simultáneamente, Correa presiona a Colombia para que abandone las fumigaciones contra la coca en la frontera. Esto aparte de aspectos ecológicos tiene un directo contenido militar. Las erradicaciones manuales de matas de coca que exige Ecuador a Colombia, representan un desvío de los limitados recursos bélicos con los cuales cuenta Uribe para enfrentar a la guerrilla. Mandar soldados a cuidar campesinos que arrancan matas de coca es una reducción directa del poder de fuego del ejército colombiano.

Otro aliado de Chávez, el comandante Daniel Ortega, revivió el reclamo del Archipiélago de San Andrés y el caso está en la Corte de La Haya. Latente la “hipótesis Venezuela” de conflicto, ahora Ortega ha hecho la “hipótesis Nicaragua” se dispare.

El 20 de julio, por primera vez en la historia, el desfile militar por la fecha patria colombiana se realizó lejos de la capital. Uribe se llevó a San Andrés militares, aviones y barcos de guerra para mandarle un mensaje a Ortega: Colombia no se desprenderá de San Andrés, ni para su entrega a Nicaragua, ni para su declaración como país independiente. El gesto de Uribe demostró el tenor con el cual los militares en Bogotá están evaluando el caso nicaragüense: hay una situación de potencial guerra.

Los tres frentes abiertos

Colombia tiene activadas sus tres hipótesis conflicto, y ha tenido que sumar a Ecuador como parte de sus potenciales adversarios.

La situación se presenta en momentos en los cuales la política interna de EEUU, está provocando una seria caída en la ayuda militar para Colombia. El Partido Demócrata está solícito para oír todas las quejas contra Uribe, en materia de Derechos Humanos y relaciones con los paramilitares.

La dinámica en Washington hace que la aprobación del Tratado de Libre Comercio EEUU-Colombia, y la ayuda para acciones del Plan Colombia estén pendiendo del hilo de los caprichos e intereses electorales del Partido Demócrata.

Guerra con Venezuela

La semana que termina, trajo dos noticias que orientan hacia la radicalización del conflicto guerrillero interno en Colombia. Las negociaciones con el ELN sobre su desarme, terminaron en rotundo fracaso. Y, mediante comunicados publicados en Internet, las Farc y el ELN informaron que llegaron a un pacto para actuar en conjunto en la zona fronteriza del Catatumbo, limítrofe con Táchira y Zulia. A esto se suma la actitud retadora que muestran las FARC, más atenta a su promoción internacional que a unas negociaciones con el gobierno.

Así las cosas, los militares colombianos está seriamente preocupados por su incapacidad para atender directamente todos los frentes de potencial conflicto que se le han abierto.

Mientras Venezuela está adquiriendo una panoplia para guerra terrestre, aérea y marina, con equipos de nueva generación, Colombia apenas puede renovar su parque aéreo comprándole sencillos aviones militares (Tucanos) a Brasil. Esta semana las fuerzas aéreas de Brasil y Colombia ejecutaron en la zona amazónica de Leticia, una operación combinada denominada COLBRA II, diseñada para “consolidar procedimientos coordinados entre los militares de ambos países”. Lula y Uribe, silenciosamente, han ido armando una alianza militar que, en la mente de los militares brasileños, tiene como propósito detener a la única amenaza bélica en la región: Venezuela.

Pero el apoyo de Brasil a Colombia siempre será limitado. Ante la eventualidad de perder San Andrés o de un enfrenamiento abierto con Venezuela, Bogotá tendrá que recurrir a EEUU. Esta es una opción que pocos o nadie quiere, pero que aparece claramente en el horizonte. San Andrés es un virtual portaaviones en el Caribe, y EEUU no aceptará que esté en manos de Nicaragua, ergo de Cuba y Venezuela.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, una cosa si es wegura, tanta compra de armas no sera para enfrentar una supuesta invasión gringa, en dos dias los EEUU borran del mapa a todoa la armada venezolana, entonces ¿para que tantas armas?

buensancho dijo...

Amigo Fernando, me imagino que la pregunta "¿para qué tantas armas?" es puramente retórica, tantas armas son "para lo que salga": para una guerrita sub-regional como se sugiere en el informe o para someter a la oposición, si es que ésta algún día se decide "a salir"...

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