sábado, 16 de junio de 2007

Socialismo del Siglo XXI vs. Sociedad Organizada (V)

5. Desmontando el disfraz.

Como decimos en Venezuela, llegamos al “llegadero”, llegamos al hoy y ahora, al momento de dejar a un lado los preciosismos teóricos, los purismos filosóficos y encarar de una buena vez las realidades, comprendiendo que lo que durante estos últimos años ha ido formándose y concretándose para definir nuestro futuro no tiene nada que ver ni con la historia ni con las formas de pensamiento que supuestamente lo sustentan, si no con una cruda verdad que subyace escondida entre las sombras de interminables palabreos de parte y parte y que no ha sido suficientemente denunciada y advertida por los que han tenido oportunidad de hacerlo y que, las pocas veces que lo ha sido ... no se le ha prestado suficiente atención.

El día de ayer dejé “en el aire” una definición, muy conocida y clara para muchos, y dejé la promesa de explicar “que es lo que define” a los que no lo supieran; muchas personas cercanas me comentaron que ese párrafo describía bastante bien y resumía, adecuadamente y en líneas generales, la actuación de nuestro actual Presidente; una actuación que, en cada oportunidad que ha tenido, ha sido utilizada para justificar y sustentar la promesa del “Socialismo del Siglo XXI”...

No tienen que dejar esta página para ir a releer la definición, aquí se las vuelvo a poner: “Exalta la idea de nación frente a la de individuo o clase; suprime la discrepancia política en beneficio de un partido único y suprime los localismos en beneficio del centralismo. Utiliza hábilmente los nuevos medios de comunicación y el carisma de un líder en el que se concentra todo el poder. Aprovecha los sentimientos de miedo y frustración colectiva para exacerbarlos mediante la violencia, la represión y la propaganda, y los desplaza contra un enemigo común real o imaginario, interior o exterior, que actúa de chivo expiatorio frente al que volcar toda la agresividad de forma irreflexiva, logrando la unidad y adhesión (voluntaria o por la fuerza) de la población. Es expansionista y militarista, utilizando los mecanismos movilizadores del irredentismo territorial y el imperialismo que ya habían sido experimentados por el nacionalismo del siglo XIX”.

La pregunta que en cada caso formulé a las personas que me hicieron este comentario fue: ¿Y no te parece curioso que este párrafo sea la definición que propone “Wikipedia” para el FASCISMO?...no pongan esa cara, no se sorprendan... mucho mareé la perdiz con el tema de los disfraces, incluso les deje una pista al mencionar de pasada el asunto del nombre del movimiento político de Hitler: “Nacional Socialismo” a ver si pillaban a donde iba yo a parar y si se daban cuenta que el Socialismo, como definición genérica de unos conceptos abstractos, da mucho de si, al punto de servir incluso para denominar a su mas absoluto opuesto...

El problema es que cuando se trata del presente, y mas importante aun, del futuro de más de 20 millones de personas (solo en Venezuela) y de los efectos que ese presente y futuro inevitablemente tendrá en mayor o menor medida, según sea el caso y las relaciones que se establezcan, en un número indeterminado de millones de personas del área del Caribe y de Centro y Sur América, no puede uno quedarse en la discusión de conceptos abstractos o genéricos y ciertamente, no puede uno permitir que alguien, en este caso nuestro Presidente, levante interminables murallas de palabras y más y más conceptos abstractos mezclados y de muy diversas fuentes para esconder detrás las muy concretas realidades que nos esperan... A TODOS.

Intentar un resumen de estos nueve años sería excesivo, hay muchas circunstancias mezcladas y muchos caminos e iniciativas que en su desarrollo desembocaron en caminos cerrados y en desviaciones cuya mención y seguimiento solo serviría para mantener y ampliar las confusiones y cuyo análisis nada esclarecería; el camino que pretendo seguir es ceñirme estrictamente a los términos de la definición que les he propuesto y contrastarlos con las realidades, a la vista de cualquiera, que se han destacado en estos últimos años de la mano de nuestro Presidente y sus colaboradores.

Revisemos la definición desde el principio y paso a paso: “Exalta la idea de nación frente a la de individuo o clase;...”. Cualquiera que revise con detenimiento las manifestaciones públicas de nuestro Presidente podrá darse cuenta que, a pesar de utilizar el tema de la pobreza y las desigualdades sociales como elemento argumental y, muchas veces, como arma arrojadiza para soliviantar los ánimos y precipitar las crisis, en realidad nunca se ha definido a si mismo como defensor o redentor de una clase social en particular.

En realidad se ha servido de todas las clases sociales en diferentes momentos pues, en cada una de esas determinadas fases de su “proceso” y por las necesidades inmediatas de su consolidación, ha hecho uso de todas y cada una de las clases sociales el centro de su discurso. Nunca se ha presentado como cabeza de un movimiento obrero o proletario, (que habría calzado a la perfección con su teórica intención socialista), aunque no ha parado de crear mecanismos alternativos a los existentes para controlar sus acciones o manifestaciones, me refiero a la creación de centrales sindicales y gremiales paralelas o a la creación de legislaciones que, aunque en apariencia, pretenden darle mayores poderes y libertades al movimiento obrero en realidad lo que hacen es darle mayores poderes al gobierno para controlarlo a través de muchos mecanismos a veces muy poco sutiles.

Tampoco se define como representante de la clase media, a pesar que no hace mucho tiempo impulsó todo un movimiento dirigido a ella y que se llamó “clase media en positivo” pero no, no hay que engañarse, se impulsó sólo como contrapartida del amplio movimiento que en el seno de la clase media adversaba y adversa a sus políticas pues a la postre eran, son y serán los miembros de la clase media los que tendrán que pagar las mayores consecuencias de todo este proceso.

En general se presenta a si mismo como parte y como paladín del “pueblo” tomando este termino “pueblo” como la expresión objetiva del, tal vez, más abstracto concepto “Patria” que si es en efecto el sujeto central de todas sus manifestaciones, alocuciones, discursos y proclamas y con el que engloba y define todo lo que a su criterio es o tiene de positivo la nación y ante la que hay que hacer cualquier sacrificio imaginable abandonando posesiones, posiciones y pretensiones tanto individuales como colectivas, a su juicio, subalternas ante “tan elevadas metas”; lo cual contrasta notoriamente con lo que cabe deducir a la vista de los presupuestos que para su manutención y la de los miembros del gobierno “separa” el estado.

“... suprime la discrepancia política en beneficio de un partido único”. En una etapa inicial y ante la evidente descomposición de los partidos políticos tradicionales, promovió desde el gobierno todos los mecanismos y acciones necesarias destinadas a su definitiva desaparición, estos mecanismos fueron muchas veces facilitados por la absoluta torpeza de los defensores y representantes de los partidos, y cuyo resultado es evidente hoy día en que, desde casi cualquier punto del espectro político venezolano, se ven las expresiones partidistas con muy justa sospecha y recelo.

Pero el intenso trabajo no se limitó a la definitiva descomposición de los partidos, que en mayor o menor medida le hicieron oposición; el esfuerzo se extendió a todos los ámbitos de la vida nacional y a todas las instancias gubernamentales descontextualizando, descalificando, inutilizando y finalmente criminalizando cualquier forma de discrepancia u oposición que se haya manifestado en el exterior, en la periferia y en especial en el interior del proceso.

Las manifestaciones de calle de oposición son rápidamente descalificadas con argumentos que van desde la supuesta sumisión “al imperio” a la flagrante intención magnicida; cualquier palabra contraria al pensamiento único que se quiere imponer es tachada automáticamente de “golpismo” y el que la pronuncia de “vende patria”, se han creado leyes que penalizan judicialmente las pitas, cacerolazos y cualquier otra forma de protesta dirigidas directamente al presidente o a cualquier funcionario por ser consideradas como “agresiones violentas” contra su persona, la participación voluntaria y entusiasta en el revocatorio que se invoco hace pocos años sirvió de herramienta para la persecución y discriminación de los convocantes a través de la tristemente célebre “Lista Tascón”, listado de todos los que firmaron para convocar el revocatorio del mandato del Presidente y que fue hecho público y utilizado para presionar, despedir de sus empleos y cerrar oportunidades laborales y asistenciales a quienes firmaron, se han multiplicado las trabas y las “alcabalas” burocráticas para todo el que no pertenezca, este inscrito, o participe activamente en los “Círculos Bolivarianos”, Cooperativas, Consejos Comunales, o en las uniformadas marchas, concentraciones y manifestaciones que son tan comunes y frecuentes; limitándose, incluso, el acceso a determinados espacios a todo aquel que no esté claramente identificado con la línea central del gobierno.

A lo largo de estos nueve años se han sucedido varios procesos electorales en los que la oposición ha intentado infructuosamente (y por muchas razones) hacer valer sus posturas y opiniones, y en los que el gobierno ha logrado un importante apoyo, en término de votos, de los partidos políticos que lo acompañan; pero en este momento, estos mismos partidos enfrentan idéntico destino que el que han sufrido todos los partidos de oposición: su descomposición y dilución, esta vez, en el seno de un partido único; el propuesto “Partido Socialista Unido de Venezuela” (PSUV) y ya han empezado los conflictos entre el centro del proceso contra los partidos de la periferia que ven amenazada su existencia y su futuro como movimiento político de adherirse sumisamente a esta propuesta, y ya en tan poco tiempo cualquiera puede ser testigo de los ataques y descalificaciones de que son objeto aquellos que se atreven a expresar públicamente sus objeciones y dudas a la adhesión, a la que, por cierto hay que “optar”, es decir no cualquiera puede militar en este partido propuesto, solo aquellos “candidatos a militantes” que tras una evaluación, cuyos parámetros no se han hecho públicos, sean aprobados por la dirigencia del partido...

“...y suprime los localismos en beneficio del centralismo.”. Uno de los mayores logros de la democracia venezolana, fruto del esfuerzo de muchas personas, instituciones y organizaciones no gubernamentales fue la “Descentralización”, que comenzó en nuestro país como movimiento formal, y tal como lo conocemos hoy, por la creación de la Comisión Presidencial para la Reforma del Estado (COPRE), en 1984 por el entonces Presidente Jaime Lusinchi y que tuvo como función elaborar un proyecto de reforma integral a través del cual se lograra sintonizar al Estado y sus instituciones políticas con la sociedad. El primer paso de este proyecto se verificó al abrirse la posibilidad de nombrar a nuestros gobernadores, alcaldes, concejales, etc. de manera directa, por medio de elecciones; a este primer paso en el ámbito estrictamente político siguieron otros: se descentralizó la educación, el sistema de salud, el sistema judicial y penal, etc. fue, en esencia, un intento de limitar el poder del estado, ejercido a través del gobierno, y de aumentar la participación y control ciudadano en la determinación de sus destinos y en la fiscalización de sus representantes.

Independientemente de sus éxitos y sus fracasos y mas allá de los, a veces, escandalosos casos de corrupción, este fue un esfuerzo válido al que lo que le faltó esencialmente fue la presión constante y la participación activa por parte de los ciudadanos, que en última instancia éramos los que nos íbamos a beneficiar de su correcta implementación. Lo poco que se logró avanzar en esta materia fue rápidamente desmantelado por el actual gobierno.

Se ha dado marcha atrás en todos los campos en los que algo se había logrado avanzar, están en estudio leyes que pretenden regresar al control central del estado el manejo de los sistemas de educación, de salud, etc., y aunque todavía tenemos la posibilidad de elegir a nuestros gobernadores, alcaldes, etc. a través de varios mecanismos se les han impuesto controles, principalmente a nivel presupuestario, con lo que se ejerce un importante dominio desde el gobierno central y solo deja un escaso margen de movimiento de recursos por la vía de los impuestos estadales y municipales que, en la casi totalidad de los casos, son claramente insuficientes para llevar adelante todos los proyectos de mejora, mantenimiento y solución de las necesidades de los habitantes de cada entidad.

Adicional a esto se han puesto en práctica, por muy diversos medios, mecanismos de control hacia dentro de las instituciones del estado, siendo mas que evidente el control ejercido sobre el sistema judicial, comicial y parlamentario; además de la promulgación de leyes redactadas de forma vaga y general y que dejan un muy amplio margen a la discrecionalidad de los funcionarios gubernamentales destinados a su aplicación, el proyecto de eliminación de todas las policías estatales y municipales y la creación de una sola policía nacional bajo el control directo del estado... estos son apenas un puñado de los muchos ejemplos y acciones del gobierno que sustentan su carácter centralizador, carácter que en ningún momento ha sido negado desde ninguna de las instancias gubernamentales sino más bien defendido y publicitado como “positivo y necesario”.

“Utiliza hábilmente los nuevos medios de comunicación y el carisma de un líder en el que se concentra todo el poder.” Nunca, en la historia de Venezuela, ha habido un Presidente con mayor exposición mediática que el Presidente Chávez, nunca antes, como ahora, se habían destinado tantos recursos del estado a la proyección de su imagen, acción y pensamiento, nunca en definitiva había sido tan evidente el esfuerzo propagandístico para la “venta y promoción” de un gobernante o sus ideas como en Venezuela desde hace nueve años.

Es indiscutible el carisma del Presidente Chávez, ese ha sido su “signo”, su verdadera fortaleza, desde aquel día de Febrero de 1992 que saltó del anonimato cuartelario a la luz pública, detenido y derrotado, tras su fracasado intento de golpe de estado y muy bien que lo ha sabido explotar y manejar hasta hoy.

Pero es claro que el “carisma” como cualidad de la personalidad no es, en si mismo, una condición del fascista, sino evidentemente que es el uso que se le da a esa cualidad lo que define su carácter político; en este sentido es claro que esta cualidad personal del Presidente ha sido amplia y hábilmente explotada para mover y unificar masas tras la consecución de objetivos personales o grupales debidamente “mercadeados” y “vendidos” como colectivos y que es precisamente el carisma presidencial el que ha permitido que esa oferta sea aceptada y asumida por una buena cantidad de personas en el transcurso del tiempo, pues el esfuerzo también ha ido dirigido a la consolidación de lo alcanzado y a la masificación de su pensamiento y palabra, que es repetido, casi al dedillo, por sus seguidores, independientemente de su nivel intelectual o cultural o condición social.

La gran masa de seguidores de esta figura carismática ha encontrado también una multiplicación de canales de expresión de este pensamiento único y personal del presidente, a través de la proliferación de medios impresos, (libros, periódicos y revistas), canales y programación de televisión, emisoras de radio, reuniones, concentraciones cuidadosamente montadas y manejadas, alocuciones en cadena nacional de radio y televisión, sus maratónicos programas semanales, etc., una gran variedad de vías para entrar en contacto con y “hacer suyas” las frases y palabras, ideas y doctrinas que continua y machaconamente pronuncia él desde cualquier tribuna y en cualquier ocasión y que repiten imperturbables todos sus colaboradores y seguidores con acceso a esos medios de expresión y difusión, incluso, en países extranjeros... “Patria, socialismo o muerte”...

“Aprovecha los sentimientos de miedo y frustración colectiva para exacerbarlos mediante la violencia, la represión y la propaganda, y los desplaza contra un enemigo común, real o imaginario, interior o exterior, que actúa de chivo expiatorio frente al que volcar toda la agresividad de forma irreflexiva, logrando la unidad y adhesión (voluntaria o por la fuerza) de la población”; Desde el inicio de su gobierno esta parte de la definición es una de las que mas activa y documentadamente ha podido constatarse en el accionar del Sr. Presidente.

Constantemente ha sido él quien ha señalado, a veces de manera general y a veces de manera directa y específica, con nombre y apellido, al enemigo de turno a vencer, a derrotar y a destruir... a lo interno denunció y “puso al pueblo en guardia” contra los partidos políticos tradicionales y sus miembros, seguidores y representantes, contra la “oligarquía”, contra los sindicatos, gremios y colegios profesionales, contra los medios de comunicación y contra los periodistas o comunicadores abiertamente críticos o con puntos de vista diferentes al suyo, contra los dueños de tierras o de industrias, contra los comerciantes, (grandes o pequeños), contra los trabajadores de la vieja Petróleos de Venezuela, contra las amas de casa que golpeaban sus cacerolas, contra los que con sus firmas y voluntad solicitaron su revocatoria, contra los estudiantes y claro, contra el “imperio”, siempre el imperio que gravita sobre nuestra cotidianidad como la gran amenaza externa constante ...

La respuesta de los seguidores del Presidente a sus señalamientos y acusaciones ha sido en general bastante agresiva, tanto de palabra como, lamentablemente, de acciones; el constante uso de adjetivos “des-calificativos” esgrimidos contra “los enemigos del proceso” han terminado por polarizar a la sociedad venezolana en la que no es extraño el uso despectivo de epítetos como “oligarca”, “escuálido”, “golpista”, etc. disparados por él mismo desde las mas variadas tribunas y repetidos ciegamente por sus seguidores a la primera señal de disidencia, venga esta de donde venga.

En cada momento y según el “enemigo de turno” las acciones violentas han sido generales y precisamente enfocadas sobre los grupos o personas por él señalados, agresiones físicas a personas o grupos de manifestantes, agresiones a las instalaciones de empresas, medios de comunicación, sedes de partidos políticos, zonas residenciales, sedes administrativas de agrupaciones gremiales o sindicales, escuelas o facultades, alcaldías o gobernaciones dirigidas por opositores al proceso, embajadas y consulados, etc... la lista es tan larga como enemigos han sido señalados, una lista que cualquiera con suficiente paciencia puede documentar con precisión simplemente revisando los medios de comunicación nacionales y extranjeros que, en su momento, reseñaron los hechos.

La justificación para los señalamientos ha sido también muy variada, aunque todos los señalamientos terminan siendo genéricamente reducidos, por los avatares del tiempo y las necesidades discursivas, a la condición de “golpistas” y “enemigos del proceso”...

Lo importante es que no sólo es drástica y agresiva la respuesta de sus seguidores y partidarios, también lo es la respuesta de los organismos y funcionarios gubernamentales que tengan alguna injerencia en relación con los denunciados, pues asumen la acusación lanzada por el Sr. Presidente como una orden para la acción y se empeñan en una carrera y búsqueda incansable de los mecanismos a su alcance para terminar y erradicar la supuesta amenaza.

Esto ha supuesto una creciente tendencia a la creación y aplicación de legislaciones redactadas y sancionadas con premura e intencionalidad, un insólito número de acciones judiciales de toda índole contra toda clase de sujetos y personas naturales o jurídicas, un aumento en las regulaciones y en las sanciones judiciales y administrativas de toda especie que hacen materialmente imposible el cabal cumplimiento con todas y cada una de ellas y finalmente la mas absoluta indefensión del ciudadano común ante la exposición mediática de sus supuestas culpas bien, por la activa anuencia, en unos casos, o la pasiva indeferencia, en otros, de los organismos e instancias del estado creados, en teoría, para su defensa y protección.

Este aspecto es, sin duda, el más oscuro y doloroso de todo este “proceso”, el haber convertido, por medio de sus palabras y acciones, a la mitad de los venezolanos en enemigos de la otra mitad y el haber anulado y pervertido, hasta sus últimas consecuencias, la condición y función básica de todo gobierno en democracia: la mediación, la conciliación y la búsqueda del consenso en la sociedad a su cargo...

“Es expansionista y militarista, utilizando los mecanismos movilizadores del irredentismo territorial y el imperialismo que ya habían sido experimentados por el nacionalismo del siglo XIX.” No es posible analizar el expansionismo según los términos clásicos en que este ha sido tradicionalmente definido; en este aspecto, como en muchos otros, el mundo ha evolucionado hacia formas mas elaboradas y sutiles pero no por ello menos dramáticas y peligrosas.

No se trata, como en el pasado, de invasión de territorios ni de la conquista o re-conquista de porciones territoriales en disputa o simplemente apetecibles y necesarias, en este caso el expansionismo se verifica por otros medios: por la injerencia en los asuntos políticos, públicos y privados de otras naciones, por la vía de declaraciones y posiciones expresadas en espacios nacionales e internacionales contra determinados países o gobiernos; por el financiamiento directo e indirecto de candidaturas e incluso de gobiernos de todo genero que se muestren abiertos a sus observaciones y receptivos a sus directrices; por las presiones económicas impuestas a otros países, principalmente por el uso político del suministro de petróleo y sus derivados y por la generosa distribución de recursos financieros y materiales con que se compran voluntades y afinidades en todo el mundo; todo esto debidamente documentado y del conocimiento de todos, especialmente de los habitantes del área de Latino América y del Caribe donde el expansionismo de este gobierno es mas activo.

Son bastante notorios y evidentes los esfuerzos que en este sentido ha realizado el gobierno del Presidente Chávez, actuando política y económicamente a favor de determinados candidatos y presidentes del área que han resultado en alianzas nacionales cuyo centro “ideológico y logístico” es el muy experimentado gobierno cubano y cuyo centro de poder económico es evidentemente Venezuela al punto de hablarse, por ahora discretamente, y en medio de un sueño imperial, de la creación de una hipotética “Unión de Republicas Socialistas Americanas”, versión renovada y tropical de la vieja y extinta Unión Soviética.

Y esta idea resultaría risible si no fuese por la evidencia de los compromisos entre los gobiernos de estas naciones y la notoria carrera armamentista del gobierno venezolano, que deja en claro su carácter militarista y, como mínimo, potencialmente agresivo.

Desde el mismo comienzo de su mandato, pero con mucha mayor facilidad tras la toma de control de las instancias gubernamentales que podrían significar una traba, (Asamblea Nacional, Corte Suprema, Fiscalía, etc.) el uso discrecional de los recursos del estado (que en realidad lo son de la nación) y el reparto cuidadoso de estos recursos en la subvención de candidaturas y gobiernos y muy, muy especialmente de los destinados a la adquisición de armamentos de todo tipo han estado en las primeras páginas de todos los medios del mundo a los que tales acciones conciernen.

Se han comprado fusiles automáticos AK-47 con sus buenas dotaciones de municiones, incluso se han firmado acuerdos y convenios para la instalación de fabricas de los mismos en territorio venezolano, se han comprado helicópteros artillados y aviones de combate, se ha puesto bajo el control de la armada toda la flota mercante venezolana y se ha contratado la fabricación de nuevas unidades navales a astilleros españoles y la repotenciación de las existentes a los que puedan sustituir las tecnologías dependientes de patentes y regulaciones de los Estados Unidos por otras tecnologías que no requieran el paso por esa “alcabala” y, la última noticia en este delicado tema, del conocimiento de todo el mundo y a punto de concretarse en estas próximas semanas: se ha acordado la compra de 9 submarinos a los rusos... quienes, por cierto, han resultado ser los mas activos proveedores de armamento y equipo bélico del gobierno del Sr. Presidente Chávez.

Un acuerdo recién divulgado y ciertamente jugoso para la industria bélica rusa y, claro está, para los intermediarios y facilitadores (los llamados “perros de la guerra”... ¿se acuerdan?) y que explica la extemporánea y aparentemente fuera de lugar felicitación por parte de nuestro presidente al presidente ruso, el Sr. Putin, al respecto de su amenazante, dura e intransigente posición en relación a la instalación de las defensas anti-misiles en Europa por parte del gobierno norteamericano.

La justificación de este enorme dispendio en armamento y equipo bélico es siempre la misma, y es expresada en los mismos términos en que está expresada en la definición que venimos desmenuzando: la defensa de la patria, la defensa irredenta del sagrado suelo venezolano... La defensa contra una hipotética invasión o agresión por parte del imperio... lo sensato en este punto es darse cuenta que tal invasión o agresión además de improbable sería ridículamente injustificada, en especial a la luz de los conflictos internacionales actuales y su desarrollo, que limitan particularmente cualquier impracticable iniciativa en este sentido.

Esta “ominosa amenaza” sirve al doble propósito de galvanizar y movilizar a la población ante un supuesto enemigo externo común y a la vez de excusa para la acumulación de medios de agresión (mas que de defensa) que sin dudar podrían ser puestos al servicio de la exportación por la fuerza del “proceso” a los países renuentes o para la defensa y consolidación de la hipotética Unión de Repúblicas que comentaba un poco más arriba y que obviamente SI generaría una respuesta contundente por parte de la comunidad internacional... (me recuerda tanto al fascismo europeo de preguerra, a la novela “1984” de Orwell y a la iniciativa guerrera argentina que desencadenó la guerra de las Malvinas que se me pone la piel de gallina).

No veo necesidad de prolongar mucho mas este artículo, (ya excesivamente largo), creo que he indicado suficientemente las pistas que cualquier interesado puede seguir para terminar de desmontar el disfraz con que se quiere engañar al pueblo venezolano y a la comunidad internacional, creo que queda claro como hecho irrefutable que en la actualidad el acceso al poder por la vía democrática de las elecciones tampoco garantiza por si mismo el efectivo ejercicio de los principios democráticos y creo que está suficientemente clara la radical diferencia entre la esencia del socialismo como doctrina política y social y la realidad del fascismo manifiesto de nuestro Sr. Presidente y su gobierno, tanto en sus palabras como en sus acciones.

La pregunta de si existe el “fascismo de izquierda” o si acaso hay alguna diferencia entre el fascismo de izquierda y el de derecha es ociosa; vivimos en una sociedad en la que nos hemos, culturalmente hablando, mal acostumbrado a buscar los opuestos dialécticos a prácticamente cualquier cosa para, por negación o contraste, definir a los contrarios. En mi criterio el hecho que el fascismo y el socialismo hayan tenido un surgimiento y desarrollo “casi” paralelo, no necesariamente significa que sean opuestos ideológicos; para mi, el fascismo es una forma de ejercer el poder más que una ideología, y por esta razón me parece que ha resultado tan fácil, en términos históricos, su adopción como modelo ejecutivo por parte de tantos gobiernos y regímenes de tan diferentes posiciones a todo lo largo y ancho del espectro político; tan fascista fue en su ejecutoria el gobierno de Stalin como el de Hitler; y tan fascista como ellos fue el de Sadam o el de Pinochet, como sin duda alguna lo es el de Fidel y el de nuestro Sr. Presidente, el Sr. Hugo Chávez Frías y desde esta perspectiva no me queda más que concluir que, efectivamente, igual de fascista será el anunciado “Socialismo del Siglo XXI”, por ello, mañana para terminar con esta serie de artículos quiero revisar la opción que representa, para nuestro futuro, la Sociedad Organizada.

Mientras termino de escribir y revisar estas líneas veo al Ciudadano Ministro de Interior y Justicia, Sr. Pedro Carreño, en la pantalla de la televisión declarando en relación a los estudiantes, que desde el cierre arbitrario e ilegal de RCTV el pasado 27 de Mayo, se han mantenido en pacífica y democrática protesta, el Ciudadano Ministro está acusando a estos estudiantes de ser fascistas... realismo mágico o paradojas de la vida... en verdad, no lo se...



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