miércoles, 23 de mayo de 2007

Divina Tamara

Es difícil hablar de alguien sobre quien hay tan pocos datos concretos, empezando por su fecha y lugar de nacimiento pues no ha podido aclararse si fue en Varsovia en 1898 o en Moscú en 1900... no se si es una cuestión de falta de documentos o un “capricho ideológico” al estilo de Frida Kahlo, lo cierto es que no es posible determinar con exactitud este dato.

Lo pocos datos concretos sobre su vida, mas allá de su especial obra pictórica profusamente documentada, se limitan a una escueta biografía y a una relación de sus innumerables viajes y a reseñas de una vida social muy activa que yo voy a resumir aun mas limitándome a los sucesos resaltantes de su vida; con certeza, del libro escrito por su hija Kizette, “Pasión por el Diseño”, puedan extraerse mas datos, seguramente fidedignos aunque tal vez matizados por la cambiante relación que tuvo con su madre, (en especial en los últimos años de vida de la artista) aunque de cualquier forma será un retrato mas justo y realista que el que hizo de ella Franco Maria Ricci en su libro de 1977, que tampoco he leído pero por indicios encontrados aquí y allá parece ser una exposición amarillista y escandalosa de la vida de Lempicka ...

Tamara de Lempicka, nació en el seno de una familia adinerada y bien colocada socialmente; desde niña dio muestras de su fuerte carácter e independencia y de un bien definido criterio propio así como de su especial habilidad para la pintura, habiendo conseguido eludir una aburrida educación en internados viaja por Europa en compañía de su abuela materna descubriendo que su “gusto” por la pintura es en realidad una pasión que en el transcurso de los 80 – 83 de su vida ejercería con originalidad y maestría.

Negada a volver a su casa y tras una breve temporada de estudio en Lausanne se queda a vivir con su abuela en Petrogrado donde a los 18 años contrae matrimonio con el abogado Tadeus Lempicki y este es un punto crucial en su vida pues pocos años después y en medio de la vorágine de la revolución rusa su marido es arrestado y tras mucho esfuerzo Tamara logra su liberación lo que le dio cierto nimbo de heroína en el que ella se envolverá gustosa.

Tras la liberación viajan a Copenhague y poco después a Paris, donde se instalan y nace su hija Kizette; en este periodo inicial en Paris es cuando Tamara emprende una educación formal en pintura, estudiando bajo la guía de Maurice Denis y André Lothe.

A pesar de las vicisitudes de la vida Tamara mantiene un estatus económico que, reforzado por la venta de sus primeros cuadros, le permite un tren de vida bastante holgado (que sería el signo de toda su vida) y que le permitirá realizar numerosos viajes por Europa en compañía de la alta sociedad en contraste con su intima vinculación con la bohemia de Paris, por aquella época de grandes personajes que harían historia en muchos ámbitos como Cocteau o Picasso.

Con su estilo claramente definido y enmarcado en el Art Deco, en la década de los 20, participa en exposiciones que le abren las puertas del mundo, por así decirlo, logrando espacios de difusión para si misma y su trabajo en revistas como Harper’s Bazar.

En esta década se suceden grandes acontecimientos en su vida: se traslada una temporada a Italia donde además de presentar sus obras en exposiciones mantiene relaciones con el dramaturgo Gabrielle D’Anuncio que aunque dura apenas tres breves años dejará profundas marcas emocionales; tambien en estos años logrará un importante reconocimiento al ganar notorios premios y reconocimientos en Burdeos y en Poznan además de concretar en 1928 su divorcio de Tadeus.

En los años siguientes consolida su posición como artista produciendo sus mas notables cuadros, entre ellos el autorretrato al volante de un Bugatti verde que le proporcionará el reconocimiento, (además de numerosos encargos), como retratista. En 1933 contrajo matrimonio con el Barón Raoul Kuffner, quien será además su mayor coleccionista y marchante.

Avizorando los tiempos difíciles que auguraba la amenaza nazi se traslada a Estados Unidos en 1939 donde además de codearse con lo mas selecto de la sociedad y grandes artistas cinematográficos en su residencia de Beverly Hills, realiza exitosas exposiciones en Nueva York y San Francisco, su hija Kizette se reúne con ellos en esta época y poco tiempo después contrae matrimonio con un geólogo norteamericano.

El brillo de la carrera de Tamara de Lempicka se va apagando poco a poco, intenta un relanzamiento a comienzos de los 60 sin mayor éxito pues la incursión de este icono del Art Deco en la pintura abstracta, en boga por esos años, es un estrepitoso fracaso de profundas consecuencias emocionales, al punto de llevarla a tomar la decisión de abandonar definitivamente la pintura, a esto hay que sumar la muerte de su marido en 1962 lo que la deja definitivamente devastada por lo que al año siguiente muda su residencia de Nueva York a Houston donde vive en compañía de su hija y su familia.

Tal vez nada o muy poco se sabe de estos años, a excepción de lo difícil que hace la vida para su hija y familia, siendo este un periodo de silencio hasta que en 1973 se organiza una retrospectiva de su obra en Paris volviéndola a poner sobre el tapete como una de las grandes artistas del siglo XX; en 1974, ya enferma, se traslada a Cuernavaca donde muere en 1980 y donde, cumpliendo con la voluntad de su madre, Kizette esparce sus cenizas sobre la cumbre del volcán Pococatepetl...

A muchos kilómetros de aquí, en mi casa, recostada contra la pared de la sala me espera una mujer de cabello rubio que parece esculpido a golpes formón, con su piel blanca y suave y los voluptuosos labios en carmín intenso, dormida plácidamente para entretener la espera; una extraordinaria muestra de la ambigua sensualidad que definió el arte de la divina Tamara.






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