Muchas veces, mientras era estudiante en la Escuela de Economía de la Universidad Central de Venezuela (UCV), me toco ingeniármelas para lograr salir de la universidad en medio del pandemonium de una protesta estudiantil, muchas veces no pude “escapar liso” y me tocó recibir algún planazo propinado por un guardia nacional o un policía, y muchas veces comprobé que, como todos los que hayan compartido la experiencia conmigo saben, los libros son mal paraguas cuando lo que llueve son perdigones y que no hay pulmón que aguante la ubicua y persistente nube de una bomba lacrimógena.
Algo que siempre ha distinguido a los estudiantes es su condición (consciente o no) de ser motores del cambio, es algo que aunque no se racionalice o no sean capaces de explicar con palabras de una manera coherente, (es difícil hablar con el gas pimienta picando en la garganta y quemando en los pulmones) se siente de una manera visceral, hay una conciencia profunda que escapa a los preciosismos del discurso y la retórica... se siente mas que se sabe; se vive mas que se dice...
Hoy los estudiantes venezolanos están en pie de lucha, pero por primera vez en muchos años involucrados en una lucha que no es particular de una casa de estudios o de un grupo de estudiantes, hoy están de pie por Venezuela, indicando el camino y la manera. No es una lucha política, es una lucha civil y pacífica, por los derechos de todos nosotros y a nadie debe darle vergüenza o temor unirse a esta lucha.
Existe la tendencia a aprender la historia como una sosa relación de nombres y fechas y este aprendizaje deformado y deformador nos induce a pensar que los hechos históricos trascendentales tienen una especie de propiedad mágica que es la que les da origen y trascendencia. La caída de Pérez Jiménez, aquel 23 de Enero de 1958, no fue un hecho mágico y puntual, fue el producto de una larga lucha y de una enconada resistencia civil a lo largo de muchos años, no bastaron las manifestaciones de aquel mes para elevar los niveles de presión sobre el dictador al punto de “hacerlo saltar”, en aquella época, al igual que en el 28 contra Juan Vicente Gómez, la actuación de los estudiantes fue decisiva.
Hoy día no es diferente, los estudiantes universitarios, tanto de instituciones públicas como privadas, elevan sus voces y sus manos al cielo en protesta pacífica y civilista en contra de un régimen que no ha parado en los últimos nueve años de conculcar nuestros derechos civiles esenciales y de reprimir con saña cualquier expresión contraria a sus designios.
Hasta ahora, las marchas, protestas y declaraciones habían tenido un tinte político y esa ha sido su debilidad, esa la razón de su inoperancia y su fracaso, esa la razón de la profunda rabia y desaliento de millones de venezolanos que como yo vieron diluidas las apabullantes muestras de fuerza y cohesión con que los venezolanos durante estos años llenamos incontables espacios en multitudinarias marchas y manifestaciones que fueron finalmente sepultadas y traicionadas por el accionar de políticos profesionales que no hicieron mas que “subirse al carro” de la historia para poder figurar o negociar posiciones y prebendas.
Que corta es nuestra memoria y que escaso el conocimiento de nuestra realidad: el cierre de RCTV y la apropiación indebida de sus equipos de transmisión por parte del estado ha sido el detonante de esta ola de justas protestas que están impulsando los estudiantes universitarios, pero esta es apenas la punta del iceberg, si no tomamos conciencia de la totalidad de nuestra realidad la defensa del derecho a la información, a la libre prensa, el derecho a la libertad de expresión puede convertirse en la defensa de un canal de televisión y no sólo de eso se trata.
Se trata de resolver nuestro futuro, de dar fin a la concentración de poderes que ha marcado el deterioro de nuestras instituciones desde que se inició esta era de descarado autoritarismo, se trata de elevar nuestra voz y decir YA BASTA, se trata de comprender y expresar debidamente que no es solo el cierre de un canal lo que nos duele.
Nos duele el deterioro galopante de nuestro sistema educativo en especial ante la amenaza que representa la nueva Ley de Educación que espera en la Asamblea Nacional por su aprobación y que contempla el fin de la educación privada y la ideologización socialista intensiva de nuestros niños en las aulas.
Nos duele la aplastante y desesperante realidad de los niveles de desempleo y subempleo, situación que sin duda se agravará “a paso de vencedores” con la aprobación del paquete de leyes laborales que ya comenté en un post anterior y que esperan su aprobación por la vía de la Habilitante.
Nos duele sentirnos cada vez mas aislados del mundo, cada día mas amarrados a fórmulas políticas e ideológicas arcaicas que nada tienen que ver con nuestra verdadera naturaleza y nuestros deseos, fórmulas que en muchas partes del mundo y en diferentes niveles han probado suficientemente su ineficacia y que han fracasado estrepitosamente después de haber consumido lo mejor de los pueblos que las han sufrido o que aun hoy día las sufren.
Nos duele vivir bajo la sombra del miedo, en un país con mas víctimas fatales que cualquier país que sufra una guerra, atacados a diario por el hampa y la delincuencia sin control y que en algunas ocasiones incluso, es alentada desde el mismo gobierno cuando proporciona excusas, argumentos y consignas que se traducen en el ejercicio de la violencia contra los ciudadanos indefensos y desprotegidos por estar los organismos de control policial dedicados a tareas políticas como por ejemplo la represión de manifestantes pacíficos de cualquier signo.
Nos duele vivir para ser testigos de la mas infame, bestial y exagerada era de corrupción que haya vivido jamás nuestra nación, ver florecer instantáneas fortunas entre los personeros del gobierno de la manera mas descarada y ser testigos de su alarde desfachatado mientras los niveles de pobreza se multiplican exponencialmente alcanzando una espantosa escala.
Nos duele ver la confiscación de medios de producción, la adquisición forzada de empresas proveedoras de servicios esenciales y que ahora enfrentan el destino incierto de la ineficiencia, el despilfarro y la corrupción, la desaparición de organismos de control, la eliminación de leyes que garantizaban los verdaderos derechos ciudadanos o siquiera un mínimo de sentido de control a la acción del gobierno.
Nos duele ver nuestros recursos siendo desviados y destinados a otros países para resolver allá problemas y necesidades que también tenemos en nuestro país y que sin embargo no son atendidos ni mucho menos resueltos.
Nos duele vivir bajo un régimen que ha confiscado nuestros recursos personales a punta de elevados impuestos y controles (como el control de cambio que ya va para cinco años) con el único propósito de acumular reservas que son utilizadas para impulsar sus desatinos y exportarlos a otras naciones deteriorando (en nuestro nombre) las vidas y futuros de los habitantes de esos países.
Nos duele Venezuela, convertida hoy en una triste sombra de lo que fue y de lo que soñábamos que sería cuando éramos estudiantes.
La Universidad Central de Venezuela es, pues así lo declara su himno, “La Casa que Vence Las Sombras” y en el sentido histórico de los tiempos que vivimos también lo son todas las universidades e institutos que se han sumado a la protesta, no violenta como lo fue tradicionalmente en el pasado usando la razón de la fuerza sino pacífica pero contundente, usando hoy día la fuerza de la razón.
Los estudiantes han encendido una luz y su voluntad, ánimo, fuerza y resistencia alienta la lucha pacifica y justa contra las sombras... pero solos no van a poder, es necesario que nos pongamos a su lado, que volvamos a interiorizar que esta lucha también es nuestra porque nunca, a pesar de las mentiras y las traiciones, dejo de serlo. Es necesario que prestemos nuestros corazones y elevemos nuestras manos junto a ellos y nos involucremos todos porque verdaderamente... ¡VENEZUELA ES DE TODOS!.
rctv
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