Entré a trabajar como guía de sala en el Teatro Teresa Carreño (TTC) en el año 1985, cuando el Gerente General era Elías Pérez Borjas y mi primer evento fue la visita del Papa. Salí del teatro en el 90, casi directamente a la Fundación Mozarteum Venezuela.
En algún momento de esos cinco años recuerdo que un día bajé a un depósito en Sótano 1 con quien entonces era Director de Promoción del Teatro, José Eduardo Mendoza, para echarle una mano con unos programas que había que subir a la Sala Ríos Reyna.
Por todo el piso de aquel depósito, regados de cualquier manera y arrumados en pilas inestables estaba el “archivo gráfico” de la Fundación; estudiante de Diseño Gráfico y entusiasta de la historia gráfica y documental le pedí permiso a José Eduardo para intentar poner orden en todo aquello, él accedió encantado pues desde su llegada al Teatro había encomendado la tarea a varias personas pero la magnitud del trabajo había espantado a todos, así que teniendo un voluntario...
Encontré verdaderas joyas en aquel depósito, incluyendo la matriz de bronce original del Logo del TTC cuya existencia la mayoría desconocía en aquel tiempo y que los que sabían de su existencia daban por perdida definitivamente, por eso en aquellos días el logo de la Fundación aparecía impreso con tan pobre calidad, en aquella época, cuando no existían los programas de diseño que hay hoy día, era necesaria la matriz para producir originales que se “escalaban” y montaban en los artes finales de los programas y demás material gráfico y por no saber donde estaba se sacaba el logo de impresiones anteriores con la consecuente pérdida de calidad y “limpieza” de la imagen.
Había de todo en aquel depósito, principalmente programas de mano, algunos verdaderamente deteriorados por la humedad, el polvo y el tiempo, otros mejor conservados por ser “mas recientes”. Buscando consejo le llevé algunos ejemplares al “Chamo” Arturo en su oficina de la Sala de Exposición Permanente Teresa Carreño pero sus expertos consejos sobrepasaban con mucho mi pobre capacidad de restaurador y curador aficionado e incidental y él, por estar dedicado en cuerpo y alma a su pasión de curador de todo el material relativo a la persona e historia de Teresa Carreño, no tenía tiempo para dedicar a mis descubrimientos, fue un proyecto que quedó indefinidamente aplazado...
A pesar del apoyo y la ayuda de José Eduardo Mendoza la dirección de administración sólo puso a mi disposición un viejo archivador metálico muy deteriorado donde, tras haber catalogado el material cronológicamente (tarea que en algunos casos no resultó nada fácil), intenté clasificar el material por tipo de evento...
Este trabajó, como dije, lo realicé en algún momento antes del año 1990 y aunque no recibí todo el apoyo que merecía la tarea hay que decir que obtuve una colaboración entusiasta de José Eduardo y de otras personas en diferentes departamentos y direcciones que me entregaron material que tenían en sus oficinas para completar en la medida de lo posible el archivo; siempre tuve la noción, de vanidoso orgullo, de haber sido la primera persona que se tomó seriamente la tarea de organizar la historia gráfica del Teatro y la Fundación TTC y me gustaría (aunque temo me duela la dura verdad) saber como encontraron “mi” trabajo cuando organizaron el Centro Documental.
Otra pieza de historia documental del TTC a la que tuve acceso años después, cuando ya trabajaba en la Fundación Mozarteum Venezuela, “cayó en mis manos” mientras elaboraba un informe estadístico donde intentaba determinar el peso de Mozarteum en la programación del TTC; gracias a la colaboración y buenos oficios de la GRAN Iraima Mujica y con aprobación del Dr. Motavita, entonces al mando del departamento jurídico del teatro, tuve acceso a los archivos del departamento de programación pues, dando y dando, a cambio de ese acceso yo le ofrecí a Iraima entregarle una copia del informe que iba a redactar, pues de la misma manera que no existía información estadística de programación para la Fundación Mozarteum tampoco la había para el TTC; este informe solo fue parcialmente terminado, estoy hablando del año 1994, año en que como consecuencia de la crisis bancaria en Venezuela la Fundación Mozarteum se vio forzada a reducir sus operaciones hasta el punto de casi desaparecer, la “emergencia” me obligó a dejar de lado el proyecto que finalmente no tuve oportunidad de concluir y entregar a Iraima como había prometido.
Pero anécdotas aparte, el contenido de ese archivo desbordaba de información valiosísima sobre la historia funcional de TODOS LOS ESPACIOS del TTC, no solo cronogramas y liquidaciones de eventos, había cartas, negociaciones, muestras de entradas... espero que al menos una parte de ese archivo después de tantos años haya podido ponerse a disposición del público a través del Centro Documental pues pondría ante los ojos de todos el intenso y duro trabajo que desde sus primeros años se puso en impulsar la cultura desde los espacios del TTC.
No he sacado cuentas pero es probable que no haya puesto un pie en el TTC mas que un par de veces en los últimos doce años, sin duda hoy al enterarme de la existencia del Centro Documental he encontrado otras dos buenas razones para regresar a sus espacios: la curiosidad y la nostalgia.
En algún momento de esos cinco años recuerdo que un día bajé a un depósito en Sótano 1 con quien entonces era Director de Promoción del Teatro, José Eduardo Mendoza, para echarle una mano con unos programas que había que subir a la Sala Ríos Reyna.
Por todo el piso de aquel depósito, regados de cualquier manera y arrumados en pilas inestables estaba el “archivo gráfico” de la Fundación; estudiante de Diseño Gráfico y entusiasta de la historia gráfica y documental le pedí permiso a José Eduardo para intentar poner orden en todo aquello, él accedió encantado pues desde su llegada al Teatro había encomendado la tarea a varias personas pero la magnitud del trabajo había espantado a todos, así que teniendo un voluntario...
Encontré verdaderas joyas en aquel depósito, incluyendo la matriz de bronce original del Logo del TTC cuya existencia la mayoría desconocía en aquel tiempo y que los que sabían de su existencia daban por perdida definitivamente, por eso en aquellos días el logo de la Fundación aparecía impreso con tan pobre calidad, en aquella época, cuando no existían los programas de diseño que hay hoy día, era necesaria la matriz para producir originales que se “escalaban” y montaban en los artes finales de los programas y demás material gráfico y por no saber donde estaba se sacaba el logo de impresiones anteriores con la consecuente pérdida de calidad y “limpieza” de la imagen.
Había de todo en aquel depósito, principalmente programas de mano, algunos verdaderamente deteriorados por la humedad, el polvo y el tiempo, otros mejor conservados por ser “mas recientes”. Buscando consejo le llevé algunos ejemplares al “Chamo” Arturo en su oficina de la Sala de Exposición Permanente Teresa Carreño pero sus expertos consejos sobrepasaban con mucho mi pobre capacidad de restaurador y curador aficionado e incidental y él, por estar dedicado en cuerpo y alma a su pasión de curador de todo el material relativo a la persona e historia de Teresa Carreño, no tenía tiempo para dedicar a mis descubrimientos, fue un proyecto que quedó indefinidamente aplazado...
A pesar del apoyo y la ayuda de José Eduardo Mendoza la dirección de administración sólo puso a mi disposición un viejo archivador metálico muy deteriorado donde, tras haber catalogado el material cronológicamente (tarea que en algunos casos no resultó nada fácil), intenté clasificar el material por tipo de evento...
Este trabajó, como dije, lo realicé en algún momento antes del año 1990 y aunque no recibí todo el apoyo que merecía la tarea hay que decir que obtuve una colaboración entusiasta de José Eduardo y de otras personas en diferentes departamentos y direcciones que me entregaron material que tenían en sus oficinas para completar en la medida de lo posible el archivo; siempre tuve la noción, de vanidoso orgullo, de haber sido la primera persona que se tomó seriamente la tarea de organizar la historia gráfica del Teatro y la Fundación TTC y me gustaría (aunque temo me duela la dura verdad) saber como encontraron “mi” trabajo cuando organizaron el Centro Documental.
Otra pieza de historia documental del TTC a la que tuve acceso años después, cuando ya trabajaba en la Fundación Mozarteum Venezuela, “cayó en mis manos” mientras elaboraba un informe estadístico donde intentaba determinar el peso de Mozarteum en la programación del TTC; gracias a la colaboración y buenos oficios de la GRAN Iraima Mujica y con aprobación del Dr. Motavita, entonces al mando del departamento jurídico del teatro, tuve acceso a los archivos del departamento de programación pues, dando y dando, a cambio de ese acceso yo le ofrecí a Iraima entregarle una copia del informe que iba a redactar, pues de la misma manera que no existía información estadística de programación para la Fundación Mozarteum tampoco la había para el TTC; este informe solo fue parcialmente terminado, estoy hablando del año 1994, año en que como consecuencia de la crisis bancaria en Venezuela la Fundación Mozarteum se vio forzada a reducir sus operaciones hasta el punto de casi desaparecer, la “emergencia” me obligó a dejar de lado el proyecto que finalmente no tuve oportunidad de concluir y entregar a Iraima como había prometido.
Pero anécdotas aparte, el contenido de ese archivo desbordaba de información valiosísima sobre la historia funcional de TODOS LOS ESPACIOS del TTC, no solo cronogramas y liquidaciones de eventos, había cartas, negociaciones, muestras de entradas... espero que al menos una parte de ese archivo después de tantos años haya podido ponerse a disposición del público a través del Centro Documental pues pondría ante los ojos de todos el intenso y duro trabajo que desde sus primeros años se puso en impulsar la cultura desde los espacios del TTC.
No he sacado cuentas pero es probable que no haya puesto un pie en el TTC mas que un par de veces en los últimos doce años, sin duda hoy al enterarme de la existencia del Centro Documental he encontrado otras dos buenas razones para regresar a sus espacios: la curiosidad y la nostalgia.
Antes de terminar quiero refutar aquí la “especie”, tan difundida hoy día, de que el TTC y lo que representó en términos de difusión cultural fue “coto privado” de las “Élites”, nada mas falso, tengo a la mano parte del material que mencionaba sobre el informe estadístico y en él se ve claramente la distribución de precios de las entradas reflejado en las liquidaciones de los eventos y por poner solo un ejemplo, pues me toca doblemente, en las funciones de los eventos producidos por la Fundación Mozarteum Venezuela se ponía en venta una buena proporción de entradas del área de butacas de Balcón y algunas zonas de Patio a un precio que representaba apenas el 10% del precio de las entradas de Patio Central, para que hagan una idea, mientras que las butacas de Patio Central costaban 4.000 Bs. estas otras reservadas principalmente para estudiantes costaban apenas 400 Bs. y me consta, por haberlos conocido, trabajado con muchos de ellos y haber visto los registros de liquidaciones de sus eventos que muchos otros productores de eventos hacían exactamente lo mismo. También para eso sirve la historia documental: para desmitificar...
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