jueves, 20 de septiembre de 2007

Opinar sin temor, toda voz es necesaria.


Ayer noche y a último momento decidí aceptar una invitación de un amigo y acudir a una reunión de vecinos donde se iba a discutir todo este rollo de la reforma, qué hacer, qué actitud tomar, etc.

En el salón de fiestas de un edificio que está "un par de cuadras más abajo" estaban ya reunidos y conversando una veintena de personas, entre ellos quien me había invitado.

En una esquina, el "anfitrión", presidente de la junta de condominio del edificio donde nos reunimos, carraspeó tímidamente y en la medida en que le fuimos prestando atención repitió un par de veces su presentación, su bienvenida y su invitación a comenzar la "discusión".

Una señora preguntó cuál era el propósito de tal discusión si estaba claro que hiciésemos lo que hiciésemos la reforma iba a aprobarse y aplicarse.


Otra señora dijo que iba a ser así porque esa era la voluntad del pueblo soberano.

Un joven se adelantó de inmediato y con un buen tono de voz nos hizo un paseo por la historia contemporánea de Venezuela, "de Pe a Pa", y terminó concluyendo que nuestra "única" posibilidad era acudir al llamado de la "oposición organizada y genuina" y presentarnos a votar por el NO el día del referéndum...

¿Sus argumentos?, los ya conocidos: debilidad de Chávez, sospechosa prisa por el referéndum, exigir la aplicación del 344, dejar de lado a los radicales ¿?, la vía democrática, la claridad de los liderazgos de Rosales y Borges, etc.

Un discurso bien formado y articulado, los demás guardamos prudente y educado silencio durante un breve instante digiriendo las intervenciones sucesivas hasta que una señora le preguntó muy seria al muchacho de qué color era su camisa, ¿amarilla, azul o roja?, el joven muy orgulloso le respondió que era amarilla pues él militaba en Primero Justicia aunque, para el caso, daba igual que fuese azul pues sentía muy cercano al UNT, ¡pero eso si!... ¡ROJA JAMÁS!... la señora del "pueblo soberano" torció el gesto...

La señora que había preguntado sonrió de medio lado y le dijo: "pues la mía tiene los tres colores fíjese", efectivamente la blusa de la señora tenía los colores de nuestra bandera...

La buena señora no dijo nada más, pero su intervención puso el entusiasmo del joven en su justo lugar y permitió entre risas y aplausos aligerar un poco el ambiente y permitir a los demás expresarse a su buen entender y sin discursos preparados... aunque la señora del "pueblo soberano" recogió su botellita de agua, se ajustó el koala y se marchó... Una lástima, lo que se debatió también le concernía a ella.

Encontré que la mayoría de los presentes estaban afectados por el síndrome del miedo a las posiciones maniqueas, en pocas palabras tenían miedo de opinar, pues en general, sus percepciones no necesariamente "cuadraban" con las opiniones, que habían sostenido las dos señoras y el joven al principio de la reunión, y también les preocupaba alejarse del "modelo" aceptado por el común de la gente que supone a esos partidos y defensores del voto como "representantes de la oposición".

Poca gente se atrevió a reconocer abiertamente estar en sintonía con lo propuesto por el Dr. Escarrá o lo propuesto por el Sr. Peña Esclusa, de alguna manera necesitaban "seguridades" (¿cómo pedirle a la gente que confíe después de lo que ha pasado?), necesitaban argumentos que pudiesen manejar, voltear, moldear, hacerlos propios y personales...

Al menos un caballero de edad avanzada, mi amigo y yo, entre los que tomamos la palabra, estábamos claros en nuestras posiciones y así lo manifestamos cuando nos tocó el turno de participar.

Es difícil hacer que la gente entienda que separarse de los postulados de la "oposición favorita" no significa, ni mucho menos, una traición a los objetivos de la oposición.

Es difícil hacer entender a la gente que a pesar de ser el voto la más auténtica manifestación de la voluntad democrática de un pueblo es, a la vez, una trampa en la que quedamos atrapados y con la que reducimos nuestras opciones cuando éste se ejerce en condiciones de ventajismo oficial como las que tenemos desde hace tiempo en Venezuela.

Cuando intentamos explicar nuestra posición la respuesta que recibimos fue, (en especial por parte del joven amarillo), que si no acudíamos a votar reforzábamos ante el mundo la postura antidemocrática de la oposición radical.

Me tocó responderle al joven pues fue casi directamente a mi a quien hizo tal observación.

Le recordé que desde el revocatorio teníamos un presidente ilegítimo y que por la propia anuencia de la oposición (me cuidé de agregarle lo de "favorita") no habíamos podido hacer valer el texto de la Constitución en toda su fuerza, ante su cara de extrañeza, pues entendió que, en efecto, no me refería al evidente fraude, les recordé a todos, "Bicha" en mano, que en ningún lugar de su texto se dice que el referéndum revocatorio fuese un plebiscito y que, en efecto, se habían cubierto, incluso en exceso, los extremos del Artículo 72 por lo que, en lo que a la Constitución vigente se refiere, el presidente había sido legítimamente revocado en el 2004, independientemente de los votos que hubiese cosechado a su favor en un plebiscito de su invención...

También aproveché que lo tenía fresquito, y les explique buena parte de lo que dejé escrito ayer en este blog, sobre el contenido de los Artículos, sobre la violación de la Constitución vigente que supone el proyecto tanto en su forma como en su fondo, sobre la violación de la Declaración de los Derechos Humanos y sobre la violación de la Carta Democrática y apoyándome en este último documento terminé de explicarle al joven y los que me oían el por qué de mi tesis de la trampa de los votos.

Al argumento de la oposición favorita de que acudiendo a las urnas demostramos al mundo nuestra vocación democrática, (además de aprovechar todas las demás supuestas ventajas que sólo ellos ven), solo queda ofrecerles una simple reflexión. Si tras un nuevo fraude, por lo demás evidente y "cantado", volvemos a acudir ante la OEA, (como representación de ese "mundo" al que hacen referencia) a reclamar... ¿Cómo nos van a recibir?... ¡Pues como siempre!...

Como siempre nos dirán que el proceso fue legítimo pues acudió tal o cual porcentaje de los votantes inscritos.

Como siempre nos dirán que sus "observadores" "observaron" que todo estaba OK, que la gente participó sin presiones y que no había nada que reclamar pues la actuación del CNE y del Plan República había sido debidamente monitoreada y no había informes fundados que levantaran sospechas.

Como siempre nos dirán que antes de dirigirnos a ellos debíamos habernos dirigido a los órganos jurisdiccionales nacionales competentes y esperar sus dictámenes.

Y finalmente, como siempre, nos dirán que en el fondo éramos sencillamente los que habíamos perdido en un proceso "legitimo" y que nos resistíamos a aceptar nuestra derrota y que en ese caso la OEA sencillamente se lava las manos.

Desde este punto de vista, como siempre, hay que objetar que la asistencia a la votación obedeció a la convocatoria de la oposición favorita por lo que cumpliendo a sus demandas y promesas dimos legitimidad a procesos electorales que sabíamos fraudulentos.

Como siempre habría que objetar que no necesariamente lo que "observan" los "observadores" es lo que es pues, especialmente en este caso que nos ocupa, el proceso es manejado por un CNE entregado al régimen, los datos son procesados por una CANTV propiedad del régimen y cuyo soporte material, máquinas, papeletas, actas, etc. queda en control de un plan república conducido por un ministro que recibió el proyecto de reforma como una orden del presidente y que será custodiado por reservistas, ahora milicianos, todos aspirantes a pertenecer al partido del presidente.

Como siempre habrá que resaltar que intentar dirigirse a uno de los órganos jurisdiccionales nacionales es hacer el papel de bolsa y que si ello tuviese acaso algún sentido no estaríamos "molestando" en las oficinas de la OEA.

Y como siempre tendríamos que terminar admitiendo que en efecto no nos resignábamos a admitir nuestra derrota y que no nos queda otro remedio que tragar grueso e irnos a otro lado a rumiar nuestras penas pues la OEA se daba por satisfecha y no había nada más que hacer en lo que "al mundo" se refería, ya que, como la OEA da el visto bueno, todos los demás organismos internacionales dan por propio tal veredicto y se pliegan a él...

¿No es eso lo que ha pasado siempre?

¿Cuál es la clave entonces? Simplemente impedir el referéndum, si no es posible impedirlo abstenerse para no dar lugar a la legitimación del acto ni de sus resultados, acudir a la OEA y reclamar la activación de la Carta Democrática, quedarse en la calle e invocar los Artículos 333 y 350 de la Constitución vigente y, como no,... aguantar el chaparrón.

Mi discursito dio lugar a una sana discusión sobre los medios y formas de aplicar esos dos Artículos esenciales, sobre las formas que podía asumir la desobediencia civil sin salirse de los márgenes establecidos en la Constitución vigente y en los medios para ganar apoyos a una oposición que, ya a estas alturas, no era percibida como "radical" sino enfocada más en la legalidad que en la política...

El grupo se fue dividiendo en tres, tanto el caballero de edad avanzada como mi amigo y yo nos vimos respondiendo preguntas y recibiendo sugerencias de los demás (también del joven amarillo, todo hay que decirlo). Poco mas de tres horas duró la reunión, al final nos despedimos como lo que en verdad somos: vecinos a los que afectan los mismos problemas y temores pero a los que une una meta clara y un objetivo en común: defender nuestra democracia.

El breve paseo de regreso a casa me permitió pensar en que si no hubiese asistido a la invitación tal vez la reunión habría durado menos, tal vez la gente se habría conformado con guardar silencio, tal vez el caballero de edad avanzada habría preferido permanecer en su rincón limitándose a escuchar y mi amigo habría mostrado menos argumentos y entusiasmo en su exposición.

Tal vez esas 20 personas se habrían retirado a sus casas con las mismas dudas, atrapados en la trampa de seguir a la oposición favorita que es la más visible en los medios, temiendo traicionar una idea sin darse cuenta que esa idea, en el fondo les es ajena, que esa idea, en el fondo, no es más que el objetivo de un reducido grupo de políticos profesionales.

Aunque tal vez estoy equivocado ¿quién sabe?...

El último cigarrillo en la plaza, antes de entrar en casa me permite pensar en lo necesario que es participar en todas estas reuniones, lo importante que es dejar la molicie y la comodidad cotidiana para sumarse a estas discusiones, a estos debates, no a los grandes debates oficiales y oficialistas a los que se presentan algunos y donde no hay nada que buscar más que golpes e insultos, a ESTOS debates en los que la gente del pueblo, nuestros vecinos en verdad está interesada en escuchar otras opiniones, otras posiciones para poder formarse un criterio propio.

Hay quien decide retirarse y no enterarse, hay quien decide aflojar su posición y escuchar e INCLUSO PROPONER, hay quien decide dejar de guardar silencio y hacerse oír... cuanto más plurales y concurridas sean estas reuniones más ideas y puntos en común encontraremos, más opciones tendremos, más voluntades sumaremos.

Al llegar a casa me encuentro a mi hijo entre risas dándole guerra a mi esposa y a ésta participando con entusiasmo en un simulacro de lucha libre... "¿qué tal?, ¿cómo te fue?"...

Pues muy bien, el pueblo soberano de esta calle decidió que el referéndum no va...

Saludos.




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