Acabo de leer el texto completo del discurso pronunciado por el exPresidente español José María Aznar en su exposición del trabajo América Latina: una agenda de Libertad.
No voy a entrar en la discusión de lo muy bueno o muy malo que él haya sido como presidente, me limito, como espero lo hagan ustedes, a considerar el texto y las palabras del Señor Aznar en este discurso, del cual les copio una versión resumida:
“Hoy nos convoca la presentación de un intenso trabajo cuyo horizonte no es otro que la Libertad. Un trabajo que ha sido fruto de la colaboración de muchas personas e instituciones de las dos orillas del Atlántico. Un trabajo que nació del firme compromiso que FAES tiene con la idea de libertad y con los principios y valores occidentales.
América Latina: una agenda de Libertad parte de una creencia, de una convicción: ninguna sociedad está condenada al fracaso. Quienes creemos en la libertad hacemos frente a todas aquellas corrientes que defienden el determinismo histórico, el fatalismo y la resignación.
Por eso nos preguntamos por qué algunas sociedades son abiertas y prósperas. Y vemos que las sociedades prósperas y abiertas son las que tienen seguridad jurídica, confianza y reglas claras; pero, sobre todo, aquellas que tienen libertad. La libertad es el cimiento imprescindible para el éxito de los países.
La libertad es el valor central de la vida. La libertad y la responsabilidad de la persona son los conceptos que sustentan la propia dignidad de la persona y la convierten en titular de derechos y libertades inalienables. El poder político constituido sólo puede considerarse legítimo si reconoce, respeta y ampara esos derechos y libertades. Y las sociedades son mejores, más libres y prósperas, cuando se basan en esos valores de libertad y respeto a los derechos de la persona.
El concepto de “libertad individual” continúa estigmatizado. Los enemigos de la libertad, y amigos del pensamiento único, lo hacen responsable de todas las calamidades del mundo. Nos llaman “liberales” de forma despectiva.
Ante América Latina se abren dos caminos opuestos. Un camino se aleja de las sociedades abiertas, libres y prósperas. Tenemos suficiente experiencia histórica para saber cómo acaba esa ruta. Quienes hoy proponen seguir esta vía se nutren de ideas caducas: del populismo revolucionario, del neoestatismo, de la negación de los derechos iguales para todos y del militarismo nacionalista. Ninguna de ellas es desconocida en Iberoamérica.
Quienes hoy las defienden declaran su pretensión de implantar el “socialismo del siglo XXI”, que no es ni más ni menos que la reencarnación de la ingeniería social totalitaria del siglo pasado. Las consecuencias de ese socialismo real que aún perdura tristemente fueron miseria, opresión y aislamiento.
Vemos con preocupación que esas ideas vuelven a renacer, incluso con el aval de procesos electorales. Y que son apoyadas desde fuera de la región por quienes ni siquiera osarían defender eso mismo para sus propios países. Pero para estos, América Latina y sus gentes pueden ser lugares para experimentos sociales que en Europa y en otras zonas del mundo desarrollado son inaceptables.
Cuando hablo de esta descabellada opción política, me estoy refiriendo al populismo revolucionario. Más allá de Cuba, la América Latina libre y democrática vive hoy bajo la sombra aciaga de otro enemigo de la libertad que ahora se viste de populista.
No voy a entrar en la discusión de lo muy bueno o muy malo que él haya sido como presidente, me limito, como espero lo hagan ustedes, a considerar el texto y las palabras del Señor Aznar en este discurso, del cual les copio una versión resumida:
“Hoy nos convoca la presentación de un intenso trabajo cuyo horizonte no es otro que la Libertad. Un trabajo que ha sido fruto de la colaboración de muchas personas e instituciones de las dos orillas del Atlántico. Un trabajo que nació del firme compromiso que FAES tiene con la idea de libertad y con los principios y valores occidentales.
América Latina: una agenda de Libertad parte de una creencia, de una convicción: ninguna sociedad está condenada al fracaso. Quienes creemos en la libertad hacemos frente a todas aquellas corrientes que defienden el determinismo histórico, el fatalismo y la resignación.
Por eso nos preguntamos por qué algunas sociedades son abiertas y prósperas. Y vemos que las sociedades prósperas y abiertas son las que tienen seguridad jurídica, confianza y reglas claras; pero, sobre todo, aquellas que tienen libertad. La libertad es el cimiento imprescindible para el éxito de los países.
La libertad es el valor central de la vida. La libertad y la responsabilidad de la persona son los conceptos que sustentan la propia dignidad de la persona y la convierten en titular de derechos y libertades inalienables. El poder político constituido sólo puede considerarse legítimo si reconoce, respeta y ampara esos derechos y libertades. Y las sociedades son mejores, más libres y prósperas, cuando se basan en esos valores de libertad y respeto a los derechos de la persona.
El concepto de “libertad individual” continúa estigmatizado. Los enemigos de la libertad, y amigos del pensamiento único, lo hacen responsable de todas las calamidades del mundo. Nos llaman “liberales” de forma despectiva.
Ante América Latina se abren dos caminos opuestos. Un camino se aleja de las sociedades abiertas, libres y prósperas. Tenemos suficiente experiencia histórica para saber cómo acaba esa ruta. Quienes hoy proponen seguir esta vía se nutren de ideas caducas: del populismo revolucionario, del neoestatismo, de la negación de los derechos iguales para todos y del militarismo nacionalista. Ninguna de ellas es desconocida en Iberoamérica.
Quienes hoy las defienden declaran su pretensión de implantar el “socialismo del siglo XXI”, que no es ni más ni menos que la reencarnación de la ingeniería social totalitaria del siglo pasado. Las consecuencias de ese socialismo real que aún perdura tristemente fueron miseria, opresión y aislamiento.
Vemos con preocupación que esas ideas vuelven a renacer, incluso con el aval de procesos electorales. Y que son apoyadas desde fuera de la región por quienes ni siquiera osarían defender eso mismo para sus propios países. Pero para estos, América Latina y sus gentes pueden ser lugares para experimentos sociales que en Europa y en otras zonas del mundo desarrollado son inaceptables.
Cuando hablo de esta descabellada opción política, me estoy refiriendo al populismo revolucionario. Más allá de Cuba, la América Latina libre y democrática vive hoy bajo la sombra aciaga de otro enemigo de la libertad que ahora se viste de populista.
Un populismo que utiliza la desesperación de los más desfavorecidos y los más vulnerables para perpetuarse en el poder. Un populismo que engaña con el espejismo de un falso atajo hacia la prosperidad y el bienestar y que lleva, ya lo sabemos, a la pobreza y la marginación.
No ha desaparecido aún de nuestra comunidad la utopía totalitaria del comunismo, que perdura desde hace casi medio siglo en Cuba. Y aunque sin duda creo que su fin está cercano y que supondrá la llegada, por fin, de la libertad para todos los cubanos, vemos que se alía con fuerzas dañinas y peligrosas: el militarismo autoritario y con el intervencionismo económico más grosero y disparatado.
Como dije antes, no hay destinos ineludibles ni maldiciones en la Historia. En FAES creemos que hay otra alternativa para el futuro de la región. No es ningún secreto. América Latina puede avanzar por la vía que han recorrido los países que tienen éxito. El camino de la apertura al mundo, de la democracia, del respeto por las libertades individuales y de la vigencia efectiva del Estado de Derecho. Un camino que atrae inversiones, genera crecimiento, incentiva a los emprendedores, crea empleo y reduce la pobreza. Un camino de éxito, democracia y libertad.
Para este camino de éxito, pensamos que América Latina necesita de democracias estables que se apoyen en pilares sólidos. En ello no se distingue del resto del mundo. Las naciones libres y prósperas basan su progreso en consensos básicos que se mantienen vivos a lo largo del tiempo. Acuerdos sobre las reglas del juego democrático, sobre la viabilidad de la alternancia en el poder o sobre las grandes líneas maestras en lo político y lo económico. Eso es precisamente lo que proponemos en esta Agenda de Libertad para América Latina.
La garantía de la libertad y de la prosperidad está en un sistema de instituciones fuertes, sólidas y accesibles para los ciudadanos. Para conseguirlas hacen falta consensos básicos, reglas estables y claras, respetadas por el poder constituido, que hagan de la autoridad un producto de esas normas aceptadas por todos, y no al revés.
Sólo los países que cuentan con instituciones sólidas y con seguridad jurídica obtienen un crecimiento económico y un desarrollo sostenible en el tiempo. No hay ninguna razón para que esto no se alcance también en América Latina.
No hay democracia que merezca tal nombre sin una efectiva división de los tres poderes del Estado. Una Justicia independiente es la clave del Estado de Derecho. Sin ella, es ilusoria la garantía y la tutela efectiva de los derechos y libertades de los ciudadanos y la igualdad de todos ante la ley. Sin ella, es imposible la confianza necesaria para generar crecimiento y prosperidad.
La buena salud de un sistema democrático reclama partidos políticos fuertes y estables, que defiendan principios y valores. Esto es fundamental. Partidos que no sean meras plataformas instrumentales para acceder al poder, ni expresiones personalistas.
El objetivo común de imponerse democráticamente al proyecto del “socialismo del siglo XXI” reclama de quienes queremos que triunfe un orden de libertad amplitud de miras, sentido de la responsabilidad y énfasis en lo mucho que nos une y no en lo que nos separa. Sólo así será viable un proyecto político que, defendiendo los valores de la libertad y el Estado de Derecho, sea ganador.
Por eso, hago un llamamiento a los demócratas de América que creen firmemente en los valores cívicos; a los que entienden que la libertad, el Estado de Derecho y la seguridad jurídica son valores irrenunciables y factores necesarios para la prosperidad de las naciones.
Debemos cerrar filas, unirnos, generar consensos. Sólo así, se podrán lograr victorias electorales para la sociedad, a través de partidos políticos ganadores. Sólo así se podrá vencer a este nuevo comunismo, a este “socialismo del siglo XXI”. Esta nueva deriva colectivista que para lo único que sirve es para repartir las migajas de la miseria.
Debemos entender que una estrategia política que no emane de una sólida base conceptual es un ajedrez vacío. Porque la política no es simplemente un juego de estrategias, ni una mera táctica, sino el apoyo de proyectos de largo alcance. Es crear futuro. Porque la fijación de referencias está especialmente indicada en estos tiempos de cambios acelerados.
Sabemos que aún queda mucho trabajo por hacer y que no hay atajos para alcanzar la prosperidad.
Pero estamos convencidos de que es posible.
Muchas gracias.”
Un discurso impecable de verdades irrefutables; lo mismo que venimos pregonando tantos de nosotros desde hace tanto tiempo.
Sólo difiero con el Señor Aznar en un punto: “no hay ninguna ley inexorable que castigue a algunas sociedades a la pobreza y la exclusión hasta que rediman su culpa” si la hay Sr. Aznar: ¡LA REFORMA CONSTITUCIONAL PROPUESTA POR CHÁVEZ!
Si quieren leer el texto completo del discurso simplemente sigan este vínculo.
Saludos.
rctv
5 comentarios:
Pero que alegría Buensando en este amanecer de indignación
Encontrarme con Aznar, en algo precisamente que me afecta porque han agredido a los peones negros.
Es que ando indignada, el mundo se está descomponiendo y ¿cómo éste mal para la humanidad puede tener seguidores?
Si cuando la caída del muro de Berlín que lucía oscuro por contraste con el brillo de Alemania Occidental, pensamos que eso había acabado
Resulta que no, el tirano Fidel Castro en el 90 recogió a todos los indeseables comunistas y los disfrazó de diferentes formas, y aquí estamos...
Ante lo que no tuvo que ser.
Un abrazo amigo, desde Chávezlandia, de Martha Colmenares
Si quieres escuchar una entrevista que me hizo el viernes Fernando Londoño desde Bogotá está en el home donde dice sobre la autora.
Todo esto tiene que ver.
Un abrazo mi querido amigo, te tengo una sooooorpresa, y digo soooorpresa porque Aznar me alegró la vidaaaaaa.
Si no, diría sorpresa a secas. ya te avisaré.
Un abrazo, Martha Colmenares
Será en su momento cuando la ira se recoja.
Tranquilo, esta noche a lo mejor. Un abrazo, Martha
Ya puedes venir a ver la sorpresa.
Y he publicado este art. en:
http://occidente-liberal.lastinfoo.es/
Abrazo, ando de apuro, amanece y nada que termino.
Martha Colmenares
Jaja bueno, esa puntualización es para expertos como tú!! Pero sí, da gusto oir voces que defiendan 4 cosas básicas.
Saludos
Si te gusta Cher, puedes venir a visitarme. Chaito. Martha Colmenares
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